2012
Tesoros
Esta es la historia de una puerta que pasó mucho tiempo cerrada sin que nadie tuviera el valor de abrirla. Cuenta mi mamá que su abuela materna guardó muchas cosas de su infancia y que luego se las regaló a ella al cumplir los diez años. Mi mamá jugó mucho con todo eso, sus tesoros, los llamaba así con mucho cariño, estos permanecían guardados dentro de un baúl detrás de la puerta, cerrada con llave, que nunca más nadie la vio abierta.
Yo siempre le decía a mi mamá que me dejara entrar allí, que yo quería ver sus tesoros, tenerlos en mis manos nada más, que no los sacaría de allí, que me comportaría muy obediente y que no los rompería, ni nada por el estilo. Pero mi mamá era testaruda, ella quería conservar sus tesoros tal cual ella misma los había dejado hace muchos años dentro de ese baúl misterioso.
A mí no me quedó de otra sino hacer uso de mi imaginación y para ello les digo que yo sí que era buena para imaginar cosas y así comenzó mi viaje a través de mis pensamientos para encontrarme de frente a unos tesoros que hubiese dado la vida por tenerlos, palparlos y olor el aroma de mis antecesoras.
Me encontré con un chupete amarilloso que olía a saliva, vieja. Y la duda se me prendió tan fuerte en mi cabecita loca que no pudo descifrar si eso olor de saliva era de mi madre, mi abuela o mi bisabuela. ¿O es que todas las salivas huelen igual?
Luego tropecé con un trapito desgastado, deshilachado, con figuritas de barquitos que nadaban en un gran océano envuelto de inmensas olas, las cuales me transportaron de un lado para el otro, con un vaivén tan acogedor que casi que me caigo de la silla en donde estaba sentada imaginándolo todo porque casi que me quedo dormida.
También me encontré con una caja de tacos de madera, todos del mismo color, al natural y jugué mucho tiempo armando torres altísimas en cuyos pisos más altos se encontraban un montón de princesas, entre ellas yo, que esperaban ser rescatadas por dragones buenos y rojitos que solo usan el fuego para apartar a los malignos.
Conseguí una poceta verde en forma de sapo, quién sabe quién aprendería a hacer papepipopú y pipí allí. ¿Mi mamá, mi abuela o mi bisabuela? Para la época de mi bisabuela no creo porque según lo que aprendí en la escuela en aquella época existían pozos sépticos y nada de pocetas.
Lo que más me gustó encontrar fue un par de zapaticos color blanco, que quizá los usaron mi mamá, mi abuela y mi bisabuela cuando fueron bautizadas.
¿Si tu dieras con una puerta así qué te gustaría encontrar dentro de ese baúl?