Ya no sabe qué ha pasado con él. Aparece y desaparece sin dejar rastros.

Ha querido dar con él, lo busca en Facebook y no lo encuentra. Coloca su nombre en Instagram y tampoco lo encuentra.

Pasan los años y la desesperación de dar con ese amor que fue el primero y nunca ha olvidado, que lo tiene en la amargura.

Sueña con ella y la siente tan cerca que aprieta sus brazos contra sus caderas y no la deja respirar.

Esta vez como tantas otras fue muy real.

Ella lo veía de lejos y lo reconoció en sus ojos verdes. Y susurrando le oía decir: - ¡Ven a mí!

Sin embargo, él no movía los labios sino que estaba parado en una esquina esperando que el semáforo se pusiera en verde para cruzar la calle.

Ella lo ve venir corriendo hacia ella, abre sus brazos para el encuentro y él pasa a su lado sin mirarla siquiera y ella no comprende nada.

Lo persigue por una calle, él se siente perseguido, acelera el paso y ella también. Se esconde detrás de un bote de basura y allí la espera.

Le sale de sopetón y allí se funden en un abrazo lleno de nostalgias encontradas. Y no se separan ni un instante. Hasta que la realidad los devuelve a la verdad.

Cada uno sigue por su lado sin saber del uno ni del otro. Sin saber si todo ha sido un sueño.