2021
En este momento
En este momento, unos segundos antes, acababa de limpiar el baño principal. La verdad es que no me hace ninguna gracia estar metiendo mano para limpiar pocetas, ni regaderas o alcachofas, como las llaman los españoles, pero hay que hacerlo y me pregunto el por qué.
Para no tener que verlo lleno de mi cabello por todas partes, para que el polvo que se va acumulando por las esquinas no se junten con los cabellos y pareciera que fuera que tuviéramos un gato en casa, dejando sus pelos negros o grises por todas partes.
Sonó el timbre y he abierto y el señor de DPD de ojos claros y muy serio al darme el paquete me miró de arriba abajo sin decoro. Me he visto yo también para ver qué vio y vio unos leggins negros casi grises, desgastados, viejos y una franela blanca ancha que no se nota mi esbeltez y mi cara… un momento voy a verme en el espejo. Y he visto mi seriedad, mi ceja derecha alzada, pero no es que la alce es que tengo una verruga en su centro que hace que se vea levantada y seria. Además, mis dos arrugas en el tercer ojo, pobre de mí intuición que debe seguir ese camino ya hecho, que me hace ver seria y brava de no sé qué.
Entonces se me fue el momento, me he dado cuenta de que el momento después de limpiar el baño, me ha aburrido tanto que no puedo parar de olerme las manos al detergente que uso siempre, no huele a lavanda, creo que debo cambiarlo, huele a limón podrido, o sería el trapo que usé que ya está demasiado viejo y como nunca lo he lavado, será que va tomando el olor ese que repugna a podrido, a cañería. Entonces sé que estarán pensando que no huele a limpio el baño y que no lo he limpiado, sino que he llevado con el trapo de un lado al otro el sucio, los pelos y el polvo de dos semanas.
Por qué será que siempre me pasa lo mismo, es que pienso que antes, mucho antes, en mi adolescencia, que me gustaba limpiar a fondo la casa de mi madre y ahora después de seis décadas de vida, ya no me hace gracia la limpieza. Y es que me gustaría tener una muchacha que limpie, lave, planche y resulta que mi esposo no quiere porque él lo hará y para colmo hay que estar diciendo por allí y por acá que hay pelos, polvo y sucio para que él reaccione a mis indirectas que voy dejando por doquier.
Es que los momentos van repitiéndose como cuando te la pasas con la misma cantaleta, de que no eres feliz, de que no siempre haces lo que quieres, de que la casa está llena de pelos y es que toda esta vida me aburre de tal manera que no puedo dejar de decirlo cada instante.
Estos momentos en que mi mente se pone necia y no hay quien la aguante, ni yo misma, es allí cuando me pongo a escribir de momentos que no tienen importancia. A quién le importa si tengo o no la casa pulcra, si nadie nos visita…